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Pelé: «Neymar está listo para ser el líder de Brasil»

Cuando lo apodaron Pelé, en su más tierna infancia, Edson Arantes do Nascimento no imaginó que esas dos sílabas se convertirían en sinónimo de éxito mundial. Muy por el contrario, lloró y refunfuñó durante meses.

“Mi padre me había puesto Edson por Thomas Edison, el gran inventor, ¡y yo estaba muy orgulloso! No quería saber nada con Pelé”, recuerda entre risas. Pero el brasileño transformó esa rabia en goles y gambetas, hasta convertirse, qué duda cabe, en uno de los futbolistas más famosos del planeta.

Varias décadas más tarde, con tres títulos mundiales en los hombros, ‘O Rei’ ha cambiado su parecer y acepta haberse enamorado de su apodo (“es corto, todos lo recordaron rápidamente”) al tiempo que repasa con nostalgia todos sus logros en el campo de juego.

Ya sin la velocidad de su época de crack, pero con la calidez y claridad habitual, ‘O Rei’ habla a FIFA.com de sus inicios y desafíos en la selección, algunos de sus goles más recordados, el presente de Neymar y las opciones de los pentacampeones en Rusia 2018.

A los 77 años, es usted todavía un sinónimo de la Copa Mundial de la FIFA. ¿Qué ha representado este torneo en su vida?
Es cierto, ¡tengo muchísimas historias de la Copa del Mundo! Un torneo en el que, si bien siempre tuvimos dificultades, salimos vencedores. En 1958 fue un sueño: era un niño, nadie creía que lo lograríamos. A Vicente Feola lo cuestionaban, le preguntaban cómo quería ganar la Copa en Suecia con un chico de 17 años en el equipo. ¡Y la ganamos! Después en 1962, cuando Brasil estaba bien, tuve una lesión e igual ganamos la Copa. En Inglaterra me rompí un menisco y no lo logramos, pero en 1970 jugué todos los partidos. Cerré un ciclo perfecto: empecé y terminé como campeón.

En aquella final con los suecos en 1958, usted marcó un verdadero golazo que incluyó un sombrero adentro del área. ¿En qué momento decidió hacer semejante maniobra?
Si dijese que pensé toda la acción estaría mintiendo (ríe). Fue una reacción espontánea. Gracias a Dios, ese era uno de los puntos fuertes que tenía como jugador. La improvisación, el poder cambiar sobre la marcha. En ese momento tenía que resolver rápidamente y alcancé a matar el balón con el pecho. Pero como el defensor me apuró con la pierna en alto tuve que tirar ese sombrero. Dios me dio esa fuerza. ¡No tuve tiempo de pensar!

Por el contrario, el gol a Italia en la final de 1970 en México, de cabeza, fue digno de un goleador clásico…
Esa jugada estaba entrenada. No todo el movimiento, claro, pero sí el posicionamiento. Salimos de un saque lateral y teníamos en claro que, en vez de acompañar el balón -como hacen muchos jugadores- teníamos que ir por el otro lado y esperar. Cuando la jugada iba por la izquierda, yo esperaba un poco más atrás por la derecha. Y eso hicimos con Rivelino. A la larga fue una coincidencia, pero lo teníamos bastante ensayado.

¿Recuerda bien el cabezazo?
Claro. Es algo que traía de familia. Mi papá, que era jugador también, hacía muchos goles de cabeza. Yo siempre quería imitarlo. Nunca fui muy alto pero tenía buena fuerza de piernas. Mi padre siempre me decía: “la mayoría de los jugadores cierran los ojos para cabecear. Cuando te llegue el balón abre bien los ojos, elige dónde ubicar el balón”. Lo entrené muchísimo, lo que me permitió convertir varios tantos así. ¡Hay que abrir los ojos y cabecear hacia abajo!

*Pero no siempre resulta, ¿verdad? ¡Todos recuerdan aún la atajada de Gordon Banks!
*Totalmente, fue parecida, aunque por el lado contrario. Ahí ves que lo teníamos entrenado. ¡Pero Banks estuvo muy bien!

Brasil supo conformar grandes equipos entre las décadas del 50 y el 70. ¿Se sentían superiores al resto?
Brasil estaba en una fase optima con jugadores jóvenes como Garrincha, Didi, Zito; un equipo que estaba muy bien organizado para la época. Recuerdo que Vicente Feola nos decía: “Yo puedo hablar: soy más viejo que ustedes, soy entrenador. Ustedes no tengan duda, son el mejor equipo del mundo. Pero tienen que respetar a todos los rivales. No piensen que van a entrar al campo con el partido ganado. Tienen que entrar pensando en ser respetados por el adversario”. Hasta hoy recuerdo sus palabras, fue nuestro gran profesor.

Este año el torneo se mudará a Rusia. ¿Tiene Brasil lo que se necesita para ser campeón?
Brasil siempre tiene equipo con potencial para ser campeón del mundo. Por el contrario, la dificultad que hemos tenido en los últimos mundiales fue el tiempo para la preparación. La mayoría de los jugadores brasileños están en el exterior, muy distinto a lo que pasaba en nuestra época. Nosotros teníamos mucho más tiempo. Esto vuelve las cosas muy difíciles para el cuerpo técnico, se hace complejo armar el equipo. Ha tenido que cambiar, no es fácil decir “el equipo va a ser este”. Aunque individualmente no tengo dudas de que los mejores jugadores del mundo son brasileños.

¿Es favorito al título?
¡Siempre! Si a Brasil le dan tiempo para prepararse, siempre estará en condiciones de ser campeón del mundo.

¿Qué otros equipos tendremos que tener en cuenta?
Uno debe respetar siempre a Alemania. Rusia incluso, que suele tener buenos equipos y jugará en casa. De América Latina, el equipo que generalmente tiene condiciones de llegar allí es Argentina.

¿Es Neymar el que puede llevar a Brasil a lo más alto?
Neymar ha cambiado su juego en la selección, ha tenido que cambiar. En su equipo jugaba de atacante volcado a la izquierda y en Brasil es más un mediocampista, un número 10 más clásico. Eso es difícil. Pero ha sabido adaptarse. Si uno ve en el mundo, los que sobresalen son Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar. No hay otro súper crack. Lo importante es que la selección esté bien organizada, en conjunto, porque ya no tiene tres o cuatro jugadores excelentes por puesto. Algo similar ocurre con Alemania, donde se prioriza más el conjunto. Antes importaban más las individualidades, pero ha cambiado mucho. Está todo muy parejo.

¿Lo ve listo para ser el líder del equipo?
Está listo, sí. Puede tener algunas dificultades por el cambio táctico de su juego en el club y en la selección, pero es el jugador clave de Brasil. Se tiene que preparar para eso. Y digo más: para mí, técnicamente, ya es el mejor jugador del mundo. No tengo dudas de eso.

 

 

 

 

 

 

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