«Mira, hijo mío, ese es el hombre que hizo llorar a Brasil»: la madre señala a Moacyr Barbosa, el arquero de la ‘Seleçao’ en el Mundial-1950, instalado en la memoria colectiva como el principal responsable del ‘Maracanazo’, un trauma nacional…
«Mira, hijo mío, ese es el hombre que hizo llorar a Brasil»: la madre señala a Moacyr Barbosa, el arquero de la ‘Seleçao’ en el Mundial-1950, instalado en la memoria colectiva como el principal responsable del ‘Maracanazo’, un trauma nacional.
Las palabras de aquella mujer, contadas por el propio portero, revelaban la acusación de todo un país. El culpable de la debacle brasileña en Rio de Janeiro frente a Uruguay (2-1), que le dio su segunda Copa del Mundo a los celestes, era él.
«La condena más larga en Brasil es de 30 años. Creo que la mía ya la supera por 13 años», afirmó Barbosa en 1993 en TV Cultura.
El exjugador falleció en 2000 con el peso de esta condena eterna, pese a que su «hija del corazón» Tereza Borba, quien junto a su marido se ocupó de él al final de su vida, trató de rehabilitarlo.
Pero ahí seguía, implacable, aquel minuto 79: el volante derecho uruguayo Alcides Ghiggia, autor ya de un pase decisivo para igualar el marcador 1-1, remonta veloz su ala. En uno de sus últimos apoyos, pisa la línea del área y levanta una pequeña nube de cal.
– Fallo –
«Todo el mundo pensaba que Ghiggia iba a centrar, como en el primer gol», contó Barbosa en el libro «Dossiê 50», de Geneton Moraes Neto.
Silencio mortal en el Maracaná, pero desde el día siguiente, todo Brasil desata su rabia. Hagan pasar a los acusados.
Acusado I: Bigode, lateral izquierdo al que Ghiggia desborda en dos ocasiones. Acusado II: el seleccionador, Flavio Costa, patrón del equipo y responsable de pedir a sus futbolistas que no se arriesgaran a la expulsión, lo que podría haber inhibido a Bigode, habitualmente más duro. Acusado III: Juvenal, defensa central que no cubrió a su lateral.
Sus compañeros no quisieron agobiarle.
«El balón pasó por donde no podía pasar», dijo en su momento el delantero Jair.
«Le echaron la culpa a él, pero son los once los que ganan y los once los que pierden», opinó Ghiggia a la AFP. «Además, en Brasil son bastante fanáticos», añadió la vieja estrella uruguaya.
Barbosa, estigmatizado ya de por vida, trató de remontar su propia desgracia con valentía. En varias ocasiones recordó que formó parte del equipo que venció ‘El partido de la revancha’, un amistoso disputado entre el Vasco y Peñarol, donde militaban la mayoría de los internacionales del ‘Maracanazo’, y que logró hacer callar al estadio Centenario de Montevideo.
«Pocas personas lograron entrar en la Historia. Yo no saldré nunca de la historia del fútbol brasileño con ese partido del 16 de julio de 1950», aseguró en una ocasión.