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Cafú en una ejemplar muestra de solidaridad

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…Gabriel anota un gol, Nicolás corre tras el balón y aprende inglés para cuando sea famoso, Alan quiere jugar en Italia: como cientos de niños, practican el deporte más popular de Brasil en la fundación de Cafú, en la misma favela donde el exfutbolista nació.

Gabriel anota un gol, Nicolás corre tras el balón y aprende inglés para cuando sea famoso, Alan quiere jugar en Italia: como cientos de niños, practican el deporte más popular de Brasil en la fundación de Cafú, en la misma favela donde el exfutbolista nació.

Es sábado cerca del mediodía en Jardim Irene, una de las zonas más pobres y violentas de la periferia de Sao Paulo. Allí nació y creció el exastro Cafú, dos veces campeón del mundo con Brasil (1994 y 2002) y creador de una fundación que apuesta al deporte como medio de integración social.

Desde afuera del edificio de dos plantas se oyen gritos y pelotazos: la cancha está repleta de niños aprendiendo las técnicas del fútbol. Así estará todo el día, porque estas clases están siempre a tope, en un ejemplo más de cómo el fútbol es una pasión en este país que ha ganado cinco veces la Copa del Mundo y que se prepara para acoger el Mundial el año próximo.

«Toda la semana espero que sea sábado para venir», dice a la AFP Gabriel Soares, de 11 años, durante un descanso.

Juega concentrado, le reclama al árbitro y desde la tribuna, su familia lo acompaña.

«Ama el fútbol. Todos los días juega en la sala, en su cuarto, en el corredor, donde pueda», cuenta luego su padre Edmar Soares, quien le da instrucciones desde lejos.

Cada equipo sale a la cancha por cinco minutos. En ese tiempo ponen en práctica las jugadas y lanzamientos que les enseñan los profesores.

Nicolás Da Silva también tiene 11 años. Con ojos muy vivos y un cuerpo menudo, corre veloz por la cancha de lado a lado sin perder de vista la pelota. Hace tres años viene cada sábado a las clases en la fundación.

«Acá también estudio inglés, porque si voy a llegar a ser un jugador famoso tengo que hablar otros idiomas», explica Nicolás.

«Ojalá que cuando sea un ‘crack’ pueda viajar. Quiero jugar en Italia», dice Alan Santana, de 12 años, que es arquero.

«Queremos sacarlos de la calle»

Todas las clases son gratis para los 750 niños y jóvenes de entre tres y 17 años que asisten a la fundación a aprender fútbol, inglés, informática, música, danza o capoeira, entre otras actividades. También ofrece algunas becas para quienes, después de terminar el liceo y tengan buenos antecedentes académicos, aspiren a una formación profesional o técnica.

Con un presupuesto anual de 750.000 reales (unos 330.000 dólares al cambio actual) la fundación de Cafú fue inaugurada en 2004 y tiene planes de seguir expandiendo su alcance. Por ejemplo, con más becas de estudio.

La directora de la fundación, Silvia Abranches, señala que del total, 120.000 dólares son aportados por empresas y el resto por Cafú.

«El objetivo de la fundación es 100% la inclusión social, hacer que los niños se integren a la sociedad de una manera más igualitaria, que tengan la oportunidad de poner su capacidad e inteligencia en práctica», declaró Cafú a la AFP.

El excapitán de la ‘Seleçao’, uno de los mejores jugadores de la historia, es un ídolo para los niños. Hablan de él y también del ‘Rey’ Pelé o del argentino Leo Messi y aseguran que verán todos los partidos del Mundial, en el que Brasil aspira a conseguir el hexacampeonato.

El profesor Talis Rosa Melo, de 22 años, dice que los niños aprenden principios básicos de fútbol y también de ciudadanía.

«Queremos sacarlos de la calle, que encuentren un refugio donde se diviertan y se alejen de su, a veces, dura realidad», comenta a la AFP.

Según el profesor, hay algunos niños que tomaron clases en la fundación y luego entraron a las escuelas de grandes clubes como el Corinthians o el Sao Paulo.

El equipo de Gabriel está en la cancha. Corren y sudan dejando el alma en el juego. Después de unos pases, Gabriel se adueña de la pelota y corre al arco de los rivales. Mira, dispara, y anota.

«Gol bonito, ¿no?», dice su padre con orgullo.

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