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Deschamps, el campeón del mundo que cambió la cara a Francia

Desde la llegada de Didier Deschamps al cargo de seleccionador de Francia, en julio de 2012, el equipo nacional ha cambiado la cara: del pesimismo a la ilusión por conseguir algo grande en el Mundial, avalado por su mayor disciplina táctica y rigor defensivo.

Desde la llegada de Didier Deschamps al cargo de seleccionador de Francia, en julio de 2012, el equipo nacional ha cambiado la cara: del pesimismo a la ilusión por conseguir algo grande en el Mundial, avalado por su mayor disciplina táctica y rigor defensivo.

Desde el Mundial-2006, en el que Francia rozó su segundo título en el torneo cayendo con Italia en los penales de la final de Berlín, todo había ido mal para los Bleus.

En la Eurocopa-2008 se fracasó con una eliminación en la primera fase, pero se tocó fondo en el Mundial de Sudáfrica-2010, donde tampoco se superó el grupo pero donde lo peor fue la imagen pública transmitida.

Nicolas Anelka fue expulsado de la concentración tras revelarse en la prensa que había insultado duramente al seleccionador Raymond Domenech. Sus compañeros reaccionaron con una huelga de entrenamiento, en vísperas de un partido crucial ante Sudáfrica, que perdieron y tras el cual quedaron eliminados.

La tormenta en Francia fue espectacular, con durísimas críticas a unos jugadores que fueron percibidos como niños consentidos. Hubo suspensiones a los considerados líderes de la rebelión, entre ellos Patrice Evra y Franck Ribery.

Laurent Blanc asumió el cargo entonces y pareció ilusionar de nuevo al equipo, al que clasificó para la Eurocopa-2012, pero la eliminación allí en cuartos de final ante España (2-0) cortó en seco su etapa y precipitó su adiós a los Bleus, en medio de un clima tenso entre jugadores y periodistas.

Fue entonces cuando se recurrió a Deschamps, capitán de la Francia campeona del mundo en 1998, que consiguió clasificar al equipo para Brasil-2014 tras remontar un dramático repechaje ante Ucrania. Pero ante todo supo calmar las luchas de egos y construir una mentalidad de equipo sólido y unido.

«El equipo está relajado y concentrado, como estábamos en 1998», afirmó Deschamps al poco de llegar a Brasil.

– Disciplina a la italiana –

Desde su llegada hace algo menos de dos años, dejó clara cuál iba a ser la filosofía que quería imponer en un equipo acostumbrado a los tiempos convulsos.

«Mis principios se basan en tres palabras, respeto, humildad y placer. Hablé con mis jugadores de estos tres puntos y del entorno de grupo, ya que son cosas que me parecen muy importantes», señaló en sus primeras semanas en el puesto.

Pero la metamorfosis francesa no sólo se circunscribe a lo anímico y a una mejor actitud deportiva, sino que también ha afectado a la manera de jugar.

Ante todo, Deschamps se ha preocupado por imponer un mayor orden táctico, ha trabajado la solidez defensiva y ha apoyado en ello la clave de sus hasta ahora buenos resultados, siguiendo lo aprendido en Turín, cuando jugó en la Juventus de 1994 a 1999. En este Mundial, Francia sólo ha recibido goles en uno de sus cuatro partidos, el que ganó cómodamente 5-2 a Suiza.

Deschamps también ha demostrado capacidad de reacción y espíritu autocrítico, como demostró en el repechaje ganado a Ucrania.

Tras la derrota 2-0 de la ida en Kiev, el entrenador asumió sus errores y corrigió para la vuelta, dejando el sistema 4-2-3-1 para volver a un más experimentado 4-3-3, e incluyendo cinco cambios en su once. El triunfo 3-0 y la clasificación mundialista le dieron la razón.

«La base y el equipo tipo de los Bleus en Brasil nacieron esa noche», estimó la leyenda del fútbol francés Michel Platini, actual presidente de la Unión Europea del Fútbol (UEFA), alabando el trabajo de un Deschamps que ha conseguido volver a ilusionar a sus compatriotas.

Por Diego REINARES/AFP

Foto: AFP

Edición: conmebol.com

 

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