Hernán Rodrigo López, el futbolista uruguayo, que lució en lo más alto del podio de su carrera, en filas del Olimpia. En esa institución, fue campeón de la Copa Libertadores 2002, y campeón de la Recopa, donde fue autor del primer tanto, el otro fue obra de Julio César Enciso, de penal. El adversario fue el San Lorenzo de Almagro, en la ciudad de Los Angeles, en el año 2003.

Su potencia física, recursos técnicos y visión para definir, le permitió vestir, además, la casaca de Libertad, Cerro Porteño, todos clubes de la Asociación Paraguaya de Fútbol. Sin ignorar que su trayectoria también tuvo pasajes, en otros países.

En el presente es un referente del club Sportivo Luqueño, donde a fuerza de goles, se ganó el cariño de la hinchada, exponiendo muy buen nivel.

El futbolista, es un generador de sueños y esperanzas y Hernán Rodrigo López, demostrando una actitud generosamente ejemplar, visitó a un niño que lleva su nombre.

Sus padres, olimpistas, decidieron que ante la llegada del hijo eligieran el nombre del entonces jugador de Olimpia, campeón de América 2002.

La vida muchas veces tiene un tortuoso recorrido, y el niño de 11 años, Hernán Rodrigo González, afectado por una temible e implacable enfermedad, tuvo una feliz e inesperada experiencia en su lecho de enfermo. Pudo observar de cerca y tocarle las manos a su ídolo. No era una imaginación. Fue una realidad.

En su humilde casa de la comunidad de J. Augusto Saldívar, parte del Gran Asunción, apareció el goleador, su tocayo. El mismísimo Hernán Rodrigo López, fue a darle su voz de aliento. Los padres y el niño, no podían creer… El goleador asumió, con gesto de grandeza, una circunstancia, que golpea a una familia, y que con su presencia logró mitigar y generar un estado de emoción indescriptible.

NEBESE/Conmebol.com