«En los terrenos de juego del Oratorio de San Pedro, 355 sacerdotes y seminaristas de 56 países reanudan la competición en su segunda jornada.
«En los terrenos de juego del Oratorio de San Pedro, 355 sacerdotes y seminaristas de 56 países reanudan la competición en su segunda jornada.La competición del sábado comenzará con el duelo estelar entre los dos líderes del grupo B, los italianos de la Madonna Celeste del Mater Ecclesiae, contra los franceses del Séminaire Gallico».
El inicio de la crónica, amigo lector, es similar al de cualquier torneo del planeta pero, sin embargo, no es un torneo cualquiera. La Clericus Cup se juega nada menos que en el mismísimo Vaticano y demuestra la importancia del fútbol en todo lo que tenga que ver con grupos humanos. Hay torneos de fútbol en bases militares, se juega al fútbol en escuelas, colegios y universidades, se juega incluso en terrenos en los que hay que eludir rivales esquivando primero trincheras y alambradas porque es zona de guerra.
El fútbol debería ser siempre bálsamo del alma y el espíritu, motivo de unión y no de divergencia, una fiesta y no una batalla, tanto dentro como fuera de la cancha y por esto, en torno a esto, deberíamos unirnos todos los que de verdad amamos al fútbol, los que lo entendemos como vínculo de fraternidad no solamente proclamada desde los discursos sino demostrada desde las acciones. Sin distinción de nacionalidades, sin distinción de clubes y, mucho menos, sin distinción de razas o religiones. El fútbol, simplemente el fútbol, por sobre todo, como piedra fundamental para mejorar una sociedad que, en todo el mundo, va perdiendo, lamentablemente, valores como la convivencia en el disenso, la tolerancia y el respeto.
Dicho esto, amigo lector, nos preguntamos, en tono de broma y con todo respeto, ¿cómo será el torneo entre seminaristas y sacerdotes y encima, nada menos que en el propio Vaticano?¿Cómo reacciona un sacerdote y ni qué decir un cardenal cuando le cobran un offside que no era o cuando le anulan un gol?¿Habrá amonestados por protestar o expulsados por juego brusco?, ja! estaría bueno saberlo y quizás nos llevaríamos más de una sorpresa pero, claro, esto va por el lado de lo anecdótico, no es la cuestión de fondo. Lo importante, lo bueno, lo lindo es saber que como en una villa miseria o un «country», una favela o un lujoso barrio cerrado, en el Vaticano también se patea una pelota.
Mientras la humanidad aguarda expectante la elección de un nuevo Papa la chimenea de la iglesia pelotera emite su sagrado humo blanco de indiscutible mensaje: habemus fútbol.
Robert Singer
