Una lesión en el 2014 frustró de golpe su sueño de disputar un Mundial, trabajó sin estridencia y en lo que sabe, hacer goles para que este año, en la justa de Rusia 2018, tenga su revancha con la Tricolor, Radamel Falcao, el ‘Tigre’ de Santa Marta, una estrella sudamericana que Cree En Grande.
Goleador histórico de la selección de Colombia y uno de los delanteros más cotizados del planeta, el feroz artillero del AS Mónaco francés tendrá su revancha tras la dramática lesión de rodilla que lo sacó de Brasil-2014 cuando estaba en la cúspide de su carrera.
Aquella lesión caló hondo en el corazón de Falcao, que estuvo en caída libre, desmoralizado y con temporadas irregulares. Su sueño desde que se decidió a dejar el Béisbol por el Fútbol era disputar un Mundial con la selección Colombia, una cuenta pendiente a punto de ser saldada.
«Pasé momentos difíciles después de mi operación en los que pensé en abandonar, pero logré seguir adelante y mantener esperanza en el futuro», revela el ‘Tigre’ en una entrevista para la UEFA.
Parte de su recuperación la hace en Estados Unidos, donde se reencuentra con la pelota caliente y resurge de las cenizas, tras un sinuoso y complejo tramo. Luego de que sus pasos en los ingleses Manchester United y Chelsea, sean en falso.
El ‘Tigre’ seguía en baja, por lo que era necesario retornar a las raíces, a la selva francesa, donde el hambre de conquista estuvo en su apogeo. El Mónaco le volvió a abrir las puertas para reencontrarse con su mejor versión, que hoy comandará a una Colombia ávida de dar un golpe de autoridad en Rusia 2018.
Lejos quedó aquellos titubeos por su futuro, por lo menos tres décadas atrás, cuando dividía su tiempo libre entre guantes, bates, botines y camerinos.
Entrenaba béisbol los sábados y domingos en la mañana con el bate y los guantes. Y en las tardes empezaba a romper redes.
«Tenía un gran potencial en aquella época porque empecé a jugar muy bien muy rápido, y de haber seguido jugando podría haber llegado muy lejos en ese deporte. Pero llevo el fútbol en la sangre», cuenta el capitán de la Tricolor.
-Los goles por strikes-
Pudo haber hecho historia en el béisbol, pero su corazón se lo ganó el deporte más popular del mundo.
Tenía cuatro años cuando su familia, los García Zárate, se mudaron a Venezuela siguiendo la estela de la carrera futbolística del padre, Radamel García, un espigado y fornido defensor central que defendía la casaca del Deportivo Táchira.
“En su debut en el Unión Atlético Táchira, ya la rompió y se notaba a leguas su entusiasmo, anotó cuatro goles, y estaba muy feliz”, relata a la AFP su madre Juana Zárate.
«La influencia del béisbol en Venezuela era muy fuerte. Los compañeros de la escuela de fútbol llevaban guantes y calentaban lanzándose las bolas», agrega la madre de Falcao, al momento de confesar su deseo de que su hijo siguiera por el rumbo de los “picheos”.
El corazón de Falcao se dividía entre los goles del holandés Marco van Basten, apoyar a la novena vinotinto en el Campeonato Mundial de Béisbol de 1994 y a los peloteros venezolanos que para entonces figuraban en la liga estadounidense.
El trasegar de Radamel padre, que en Colombia jugó en cuadros tradicionales como Independiente Santa Fe y Unión Magdalena, los llevó a Mérida, una ciudad en el oeste venezolano que se desvela por el diamante.
A los siete años Falcao fue llamado a una preselección del estado del mismo nombre. «Le fue muy pero muy bien», recuerda su mamá.
Con el éxito en el beisbol comenzaron las burlas amistosas de los compañeros a Radamel papá, quien ya vislumbraba que su único hijo varón tendría que elegir a una temprana edad un camino para transitar el resto de su vida.
«Le decían que él se iba a cambiar de deporte, pero él decía que Falcao estaba firme con el fútbol», asegura Juana.
«Mi padre (…) decidió que debíamos volver a Colombia y que debía centrarme solamente en el fútbol», apunta el ‘Tigre’, quien acompañaba a Radamel en las salidas a la cancha, a veces obraba de recogepelotas y con frecuencia se quedaba detrás del banco de suplentes para ver los juegos del imponente zaguero al que llamaba «papi».
– El inicio de la leyenda –
Los García Zárate aterrizaron en Bogotá a comienzos de 1996. «Yo les decía a mis compañeros en los equipos donde yo estaba: ‘este es el que me va a salvar a mí’. Ahora me encuentro con los compañeros de esa época y me dicen ‘mira dónde está ahora'», rememora a AFP Radamel sobre su hijo.
La indumentaria de beisbolista quedó atrás, pero el nombre de Radamel Falcao García empezaría a repetirse en las canchas de la capital colombiana.
Con diez años empieza a deslumbrar en La Gaitana, un equipo capitalino de larga data. De ahí pasa a Fair Play, una escuela con visión evangélica liderada por el argentino Silvano Espíndola.
Pese a la oposición de su mamá, en agosto de 1999, con 13 años y 112 días, debuta como profesional con Lanceros de Boyacá, un equipo de la segunda división colombiana.
Once meses más tarde marcaría su primera anotación. Y aunque tenía a los principales elencos colombianos tras de él, viaja a Argentina a hacer pruebas con el mítico River Plate.
Lo que sigue es una cinta reproducida docenas de veces.
Se vuelve ídolo de la ‘Banda Roja’ argentina, luego cruza el charco para triunfar en el Oporto de Portugal y después salta la frontera para recuperar el orgullo perdido del Atlético de Madrid.
Se lesiona a meses de Brasil-2014 tras fichar con el Mónaco, momento del bajón y de aferrase al pensamiento de Creer En Grande y, tras jugar en el fútbol inglés, retorna al equipo francés para recuperar su sitial.
Ahora, el colombiano Radamel Falcao García cuenta los días para cumplir un sueño pendiente: disputar un Mundial de fútbol.
El ‘Tigre’ liderará a uno de los equipos más poderosos de Sudamérica casi tres décadas después de tomar una decisión trascendental: decantarse por el balompié por encima del béisbol.
Las tierras rusas constatarán que no fue un error haber escogido, hace casi treinta años, la trocha de la pasión de multitudes.
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