Como celebración por los 50 años de la primera Copa del Mundo de la historia, Uruguay organizó un certamen denominado “Mundialito”, con la participación de las otras cinco selecciones que habían sido campeonas: Italia, Alemania Federal, Brasil, Inglaterra y Argentina.
Como celebración por los 50 años de la primera Copa del Mundo de la historia, Uruguay organizó un certamen denominado “Mundialito”, con la participación de las otras cinco selecciones que habían sido campeonas: Italia, Alemania Federal, Brasil, Inglaterra y Argentina.
Todos dieron su conformidad, menos los ingleses, que declinaron la invitación, siendo suplantados por Holanda, que venía de ser subcampeón en los dos últimos Mundiales, cayendo en la definición ante los anfitriones (Alemania Federal en 1974 y Argentina en 1978).
El torneo se desarrolló en dos grupos de tres equipos cada una, avanzando solo el primero a la final. La particularidad es que tuvo lugar en una fecha poco habitual para una competencia entre selecciones, ya que se disputó entre el 30 de diciembre de 1980 y el 10 de enero de 1981.
En la zona A estuvieron Uruguay, Italia y Holanda, donde el local abrió la competición enfrentando a los “naranjas” en un estadio Centenario (sede de todos los encuentros) absolutamente repleto. Desde el inicio el cuadro “celeste” se mostró más sólido que su adversario y sobre el final de la primera etapa consiguió los goles del 2-0 definitivo por intermedio de Venancio Ramos y Waldemar Victorino.
El 3 de enero, nuevamente Uruguay salió al campo de juego para su segunda presentación. Por la estructura del fixture, si vencía a los italianos, se clasificaba automáticamente a la final, ya que dejaba sin chances a sus dos contrincantes del grupo. Fue un match de trámite parejo, que recién pudo desnivelar en la segunda parte, cuando sus defensores aparecieron por sorpresa para doblegar la siempre firme última línea “azurra” integrada por Oriali, Scirea, Gentile y Cabrini, aunque cabe señalar la ausencia de su histórico arquero Dino Zoff. A los 65 abrió la cuenta Morales de penal y el inefable Victorino, a diez minutos del epílogo, anotó el segundo.
Uruguay ya estaba en la final, con un equipo que no regalaba lujos, pero que sabía a la perfección sus defectos y virtudes. Esperaba por la definición de la otra zona que se presentaba más ajustada, entre argentinos, alemanes y brasileños, que desarrollaremos, junto con la definición del certamen, en la próxima nota.
Eduardo Bolaños/conmebol.com
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