El desencuentro terminó: River campeón de la Copa Libertadores 1986

octubre 28, 2014
2:59 pm

Parecían dos extraños, de esos que caminan por veredas opuestas por la vida, hasta que aquella lluviosa noche del miércoles 29 de octubre de 1986, por fin, pudieron encontrarse. River Plate deseaba más que a nada a la esquiva Copa Libertadores y en esa gloriosa jornada, la tuvo en sus brazos.

Atrás quedaban los malos recuerdos de las frustraciones, ahuyentados los fantasmas de las finales perdidas: River campeón de América. Dos veces había estado cerca. Muy cerca. En 1966, se le había escapado por poco, en un recordado tercer partido frente a Peñarol en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, donde cayó 4-2, tras estar en ventaja de dos goles. Diez años después, el verdugo fue Cruzeiro, también en instancia de desempate y en el mismo terreno neutral.

Y otro año terminado en 6, tenía a River Plate en la final. Pero esta vez fue distinto, se aferró como nunca a su chance, fue campeón e indiscutidamente, el mejor equipo del torneo. Avanzó con comodidad en la fase de grupos, con un rendimiento casi perfecto: de los seis partidos que disputó, ganó cinco y solo empató en el debut ante su eterno rival, Boca Juniors, en la bombonera 1-1. Ese encuentro tuvo lugar apenas once días después de la consagración de Argentina en el Mundial de México y cuando todavía el júbilo se extendía por toda la geografía de ese país.

Los otros integrantes de la zona fueron Peñarol y Montevideo Wanderers, que poco pudieron hacer ante un cuadro que sabía a la perfección lo que tenía que hacer dentro del campo y que había ganado el torneo local con diez puntos de diferencia. De aquel elenco campeón de la temporada 1985/86 ya se habían marchado Luis Amuchástegui (jugó solo un partido en la Copa) y nada menos que Enzo Francescoli, su figura más rutilante. Los reemplazos que encontró Héctor Veira fueron ampliamente efectivos: Antonio Alzamendi y Ramón Centurión. Esas modificaciones hicieron cambiar la fisonomía del equipo, haciéndolo más contragolpeador.

En el grupo semifinal lo esperaban Barcelona y Argentinos Juniors, que era el campeón defensor, a quien River visitó en el inicio, igualando en cero. Luego se impuso en Guayaquil 3-1, donde el técnico Veira acertó poniendo como titular a Néstor Gorosito, como abastecedor de los piques de Alzamendi y Centurión, que fueron incontenibles para la última línea rival. Ante el mismo oponente en el monumental, goleó 4-1, encuentro en el que se produjo el debut de quien sería una figura decisiva en esta historia: Juan Gilberto Funes.

Con igualar en el último match como local ante Argentinos Juniors (que había perdido en Ecuador), a River le alcanzaba para ser finalista. Pero allí tuvo su peor desempeño del certamen y sufrió la única derrota, superado por un equipo que desarrolló lo que mejor sabía hacer: jugar en forma ofensiva, aprovechando a sus tres delanteros: José Antonio Castro, Claudio Borghi y Carlos Ereros. Fue 2-0 y todo debía resolverse una semana después en un desempate en campo de Vélez Sarsfield. Nuevamente el club de Nüñez no pudo superar al de La Paternal, pero ese reñido y nivelado 0-0, le dio el pasaporte al cotejo decisivo, por haber marcado más goles durante la zona semifinal.

La noche del 22 de octubre, el estadio Pascual Guerreo de Cali presentaba un aspecto imponente, cercano a una caldera. Estaba repleto y la recaudación superó el medio millón de dólares. América quería tomarse desquite de la Copa perdida el año anterior, pero River estaba dispuesto a no dejarse amedrentar. Iban 23 minutos, cuando Funes (por primera vez titular) abrió el marcador con un violente disparo cruzado y apenas 180 segundos más tarde, fue Norberto Alonso, con un tiro bajo, tras la habilitación de Alzamendi, quien puso el 2-0. Apenas iniciado el complemento, Roberto Cabañas descontó y los “rojos” se fueron masivamente al ataque, pero la sólida respuesta del triángulo Pumpido-Gutiérrez-Ruggeri, bloqueó todos sus intentos.

Y el gran día había llegado. El monumental vestido como en sus mejores noches, desbordado de gente, de pasión, de ansiedad, de deseo. Tan solo 90 minutos para hacer realidad el sueño. Quizá por toda la expectativa o por los años de frustraciones, sus futbolistas no hicieron un buen primer tiempo, llenos de imprecisiones y con un oponente que supo como marcar a Héctor Enrique y Alonso, sus creadores. Cada pelota que caía en los habilidosos pies de Willington Ortíz, era un calvario para los hinchas “millonarios”, recordando que había sido el verdugo en 1981, con los colores del Deportivo Cali, en una traumática eliminación.

El descanso le hizo bien al equipo argentino, lo serenó. Salió con otra actitud y a los 68 tuvo su premio, con esa media vuelta a pura potencia de Juan Gilberto Funes, que terminó en la red de Falcioni, en un póster futbolero que la historia de River Plate no descolgará jamás de su pared. El grito fue un desahogo, de años de festejos ajenos e ilusiones truncas. El reloj avanzó al ritmo de la lluvia que caía sobre Núñez. Llegó el final, los jugadores se abrazaron, Veira ingresó al campo y de rodillas al cielo agradeció la conquista. No más cargadas, no más apodos hirientes. Ahora River también se sentaba a la mesa de los grandes del continente, ahora también era River de América.

Tabla de goleadores

Ramón Centurión 7

Antonio Alzamendi 6

Norberto Alonso 5

Juan Gilberto Funes 2

Héctor Enrique, Roque Alfaro y Néstor Gorosito 1